
Tras la votación del 4 de noviembre, que ha dado el triunfo a Barack Obama, la Casa Blanca se prepara para cambiar de manos por primera vez en ocho años y en un momento crítico para EEUU, inmerso en una crisis económica y dos guerras abiertas.
El cambio promete ser abrumador. No solamente representa un reemplazo de republicanos a demócratas, también representa un relevo racial y generacional.
11 días después de las elecciones se celebrará en Washington una cumbre del G-20, los países más desarrollados y las principales economías en desarrollo, para tratar sobre posibles soluciones a la crisis financiera global. La Casa Blanca ya ha dejado claro que no espera que el vencedor participe de modo directo en la reunión en Washington. Obama ha indicado, por su parte, que dejará el protagonismo a George W. Bush, el actual presidente, para evitar una bicefalia en las negociaciones.
Aun así, según ha explicado la portavoz de la Casa Blanca, Dana Perino, la representación estadounidense buscará las opiniones del presidente electo.
Aunque el nuevo presidente no asumirá su cargo hasta el 20 de enero, durante estos meses de transición tendrá también que empezar a prepararse para decisiones que pueden resultar muy duras, en especial en lo que respecta a las guerras en Irak y Afganistán.
A lo largo de su campaña, Obama ha prometido que pondría fin a la guerra en Irak lo antes posible, si bien a medida que han ido pasando los meses ha suavizado su postura y ha pasado de un plazo tajante de 16 meses a indicar que el principal factor serán las condiciones sobre el terreno.
Obama también ha prometido que dará prioridad al conflicto en Afganistán, donde contempla el envío de refuerzos a las tropas estadounidenses.
Las negociaciones sobre el futuro de las tropas estadounidenses en Irak están aún en el alero, y los funcionarios en Washington son cada vez más pesimistas de que puedan resolverse antes de fin de año, cuando expira el mandato de la ONU que regula esa presencia.
La actitud que pueda adoptar el presidente electo será importante para el éxito de esas conversaciones.
Tras ocho años de una Casa Blanca muy criticada en el exterior, será interesante también ver cómo se desarrollan los primeros meses de una Administración Obama y qué gestos hace hacia la comunidad internacional. Será significativo, por ejemplo, cuándo y dónde haga sus primeros viajes.
De momento, las primeras señales son buenas. La Bolsa de Nueva York cerró al día siguiente de las elecciones (5 de noviembre) con una subida del 2 por ciento, en un mensaje de optimismo sobre el relevo, finalmente, en la Casa Blanca.
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